Por primera vez, un
equipo de investigación de la Universidad de
Oldenburg de Alemania, liderado por el biólogo y Profesor Lichtenberg Dr. Henrik
Mouritsen, han demostrado que la brújula magnética de un
determinado tipo de aves falla por completo cuando estas están expuestas a las
interferencias electromagnéticas que provocan los dispositivos electrónicos que
usamos a diario, como ser las ondas de radio AM utilizadas en
la comunicación electrónica. Esta circunstancia sucede incluso si estas señales
son muy débiles. Estos resultados deben hacer pensar en los efectos potenciales
que estas interferencias pueden influir en el actuar de los seres humanos,
señalan los científicos.
Esta circunstancia
sucede incluso si estas señales se encuentran solo a un milésimo por debajo del
valor límite definido por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) como
inofensivo.
Hasta ahora, se
pensaba que por debajo de ese valor umbral, la contaminación electromagnética
no tenía impacto en los procesos biológicos.
Tras 7 años de
investigación, estas conclusiones lograron ser definidas por 9
científicos de la Universidad de Oldenburg, en colaboración con Peter
J. Hore, de la Universidad de Oxford. Los resultados del estudio
han aparecido publicados en la revista Nature del 15 de mayo de 2014.
"En
nuestros experimentos hemos podido documentar un efecto claro y reproducible de
los campos electromagnéticos de origen humano en un vertebrado. Esta
interferencia no se deriva de las líneas eléctricas o de las redes de telefonía
móvil", explica uno de los autores de la investigación,
Dr, Henrik Mouritsen, en un comunicado de la Universidad de Oldenburg.
En realidad, dicha
interferencia la producirían principalmente los dispositivos electrónicos,
según Mouritsen, los efectos de los campos electromagnéticos de estos aparatos,
aunque débiles, son notables, pues "interrumpen
el funcionamiento del sistema sensorial completo de un vertebrado superior
sano".
Como la mayoría de los biólogos que
estudian la magneto-recepción, el coautor
del informe Henrik Mouritsen solía trabajar en sitios rurales alejados de las
ciudades que están repletas de ruido electromagnético; y en 2002, se trasladó a la
Universidad de
Oldenburg, ciudad alemana de alrededor de 160.000 personas, con el propósito de utilizar
parte del trabajo, en la identificación de la zona del cerebro en la que se
procesa la información brújula.
Los biólogos lo han
demostrado en numerosos experimentos, en los que se probaron las capacidades de
navegación de las aves. "Nos
quedamos sorprendidos cuando petirrojos que tienen casas de madera en el campus
de la Universidad de Oldenburg fueron incapaces de
utilizar su brújula magnética", explica Mouritsen.
Durante unos 50 años
se ha sabido que las aves migratorias utilizan el campo magnético de la Tierra para determinar su dirección
migratoria.
Mantuvo a petirrojos europeos migratorios ( Erithacus rubecula ) dentro de cabañas de madera - un
procedimiento estándar que permite a los investigadores estudiar la navegación
magnética mientras se aseguren de que las aves no estén recibiendo señales
procedentes del Sol o las estrellas; pero se encontró con que en el campus de
la ciudad, los pájaros no podían orientarse en su dirección migratoria adecuada.
"He intentado todo tipo de
cosas para hacer que funcione, y no he podido hacer que funcione," Mouritsen dice, "hasta que un día se nos
exhibió una cabaña de madera con aluminio".
Entonces, junto a
Nils-Lasse Schneider, un electrofisiólogo e investigador del mismo grupo, se le
ocurrió cubrir las casas de madera con láminas de aluminio y las conectaron eléctricamente a tierra
eliminando así el ruido electromagnético en frecuencias que van desde 50
kilohercios de 5 megahertz - que incluye el rango utilizado para las
transmisiones de radio AM.
Enlace al vídeo: Lost in Migration
El efecto fue
asombroso: de repente, los problemas de orientación de los pájaros
desaparecieron. "Nuestras
medidas de las interferencias indicaron que habíamos descubierto
accidentalmente un sistema biológico que es sensible al ruido electromagnético
antropogénico, en un rango de frecuencia de hasta cinco megahercios",
afirma Mouritsen, y añade:“Lo
sorprendente de todo esto, es que la intensidad de la interferencia estaba muy
por debajo de los límites definidos por la Comisión
Internacional sobre Protección Frente a Radiaciones No Ionizantes y la OMS ”.
Enlace al vídeo: Lost in Migration
El apantallamiento redujo la intensidad del ruido por aproximadamente en dos órdenes de magnitud. En esas condiciones, las aves fueron capaces de orientarse.
Cuando el equipo desconectaba la toma a tierra, las placas de aluminio no lograron mantener el ruido artificial, y los petirrojos no podían encontrar su camino.
Para probar si el ruido electromagnético era responsable, los investigadores lo simularon utilizando un generador de señales disponibles en el mercado, los pájaros volvieron a desorientarse.
Para probar si el ruido electromagnético era responsable, los investigadores lo simularon utilizando un generador de señales disponibles en el mercado, los pájaros volvieron a desorientarse.
Considerando la
potencial importancia del hallazgo, Mouritsen y su equipo llevaron a cabo un
gran número de experimentos para obtener más pruebas del efecto observado.
"A lo
largo de siete años, hemos llevado a cabo numerosos experimentos y hemos
recogido evidencias fiables, con el fin de tener la certeza absoluta de que en
realidad existe este efecto".
Los resultados obtenidos demuestran que en cuanto se detiene
la interferencia electromagnética, la capacidad de orientación magnética de las
aves se recuperó. Si la situación era la contraria, se volvía a introducir
dicha interferencia, las aves perdían de nuevo su capacidad orientativa.
Por otra parte, los científicos fueron
capaces de definir que las interferencias electromagnéticas de banda ancha
omnipresentes en los entornos urbanos, también afectaban a los pájaros. Esta
afectación sería menor en entornos rurales.
"Por
tanto, el efecto del ruido electromagnético antropogénico sobre la migración de
las aves está localizado. Sin embargo, estos resultados deben hacernos pensar
tanto en la supervivencia de las aves migratorias como en los efectos
potenciales de estas interferencias en los seres humanos, algo que aún no se
han investigado", concluye
Mouritsen.
Fuente:
Tendencias 21 /Nature
Los resultados obtenidos demuestran que en cuanto se detiene la interferencia electromagnética, la capacidad de orientación magnética de las aves se recuperó. Si la situación era la contraria, se volvía a introducir dicha interferencia, las aves perdían de nuevo su capacidad orientativa.
Por otra parte, los científicos fueron capaces de definir que las interferencias electromagnéticas de banda ancha omnipresentes en los entornos urbanos, también afectaban a los pájaros. Esta afectación sería menor en entornos rurales.
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