Debido a una experiencia personal, me sugirieron hiciera una entrada relacionada con un A.V.E. Si buscan la palabra tal como la leemos, tendremos muchas explicaciones de cómo son las aves a lo largo del planeta. La de esta entrada, es una que afecta a los seres humanos
Esta AVE es peligrosa, realmente
es la sigla en español de Accidente
Vascular Encefálico, también conocido como ACV [Accidente Cerebro Vascular].
Los accidentes cerebro vasculares son la causa más
común de incapacidad neurológica en la población adulta, en especial, en la
ancianidad, hoy conocida como tercera edad, donde es responsable de un alto
porcentaje de muerte y discapacidad.
El cerebro es un órgano único, por cuanto las
neuronas dependen de un aporte sanguíneo, debido que su metabolismo es aerobio.
Esto significa que la producción de energía, tanto para mantener la estructura
como la función neuronal, necesita de un aporte continuo de oxígeno y glucosa,
que se provee a las neuronas vía la sangre arterial. Si el cerebro es privado
de sangre, en segundos se pierde la conciencia y en minutos se produce un daño
permanente. El cerebro recibe un alto porcentaje del gasto cardíaco, lo que
asegura que las cantidades de glucosa y oxígeno excedan los requerimientos
básicos.
Se puede definir, según la OMS , que los accidentes
cerebro vasculares son “Signos
clínicos de desarrollo rápido de una perturbación focal de la función cerebral
de origen presumiblemente vascular y de más de 24 horas de duración”.
Esta definición
incluye la mayoría de los casos de infarto cerebral, hemorragia cerebral
y hemorragia subaracnoidea, excluyéndose aquellos casos en que la recuperación
se produce dentro de las 24 horas.
Un ACV
resulta del bloqueo de un vaso sanguíneo que interrumpe el suministro de
oxígeno a las células provocando su muerte. El cerebro recibe sangre a través
de dos sistemas arteriales principales, las arterias carótidas que salen de la
parte del frente del cuello y las arterias vertebrales que salen por la parte
trasera del cuello. Las consecuencias de un ACV, su gravedad y magnitud de
las funciones afectadas, dependen del
lugar en que ha ocurrido el bloqueo en el cerebro y de cuan grande ha sido el
daño.
Ante esta definición, es indispensable tratar que
toda persona accidentada, que haya recibido golpes en la cabeza o alzas en su
presión arterial, sea controlada rápidamente a fin evitar consecuencias
irreversibles. Un neurólogo afirmaba que
si una víctima de accidente cerebro vascular era atendida dentro de las
primeras 3 horas, podría revertir totalmente los efectos de un derrame
cerebral. Para lograrlo, se debía reconocer, diagnosticar y conseguir que el
paciente fuera médicamente atendido dentro de estas primeras 3 horas.
En este aspecto,
la familia o quienes se encuentran alrededor del enfermo, no tienen que
titubear en trasladarlo a una Unidad
Cerebrovascular de un Plantel Hospitalario,
por la vía más rápida posible. Por lo tanto, quienes se dan cuenta del problema
de la persona afectada deben reaccionar ante el evento en forma rápida. Los
síntomas son difíciles de identificar y
esta falta de conciencia, sin quererlo, podemos provocar un desastre al no reconocer
los síntomas, los daños pueden trasformarse en irreversibles.
En la actualidad, los doctores han establecido una
regla para reconocer un ACV mediante tres preguntas:
- Pedirle al afectado (a) que sonría.
- Pedirle al afectado (a) que diga una simple frase
coherente, por ejemplo: Hoy hace calor.
- Pedirle al afectado (a) que levante ambos brazos.
También es bueno pedirle que saque la lengua, si la lengua está torcida o va de un lado para otro, también es síntoma de estar sufriendo un ACV
Si la persona tiene dificultad con cualquiera de
estas 3 tareas, se le tiene que llevar de inmediato a la unidad
cerebrovascular del centro hospitalario e informar a quienes lo reciban los
síntomas detectados.
Como se puede apreciar, las manifestaciones de un
ACV dependen de la función de la zona comprometida, lo principal de todo, es
saber reconocerlas y así reaccionar a tiempo. Por cada 30 minutos de retraso,
disminuye un 10% la posibilidad de una buena recuperación; lamentablemente entre un 30% a un 50% de la población en
Chile, reconoce el cuadro clínico del ACV, número muy bajo considerando la
gravedad y emergencia de este problema, ya que por cada minuto en que no llegue
sangre al cerebro, mueren 2 millones de neuronas, de los 130 mil millones que
tenemos.
De todos los ACV
o AVE, el 88% son isquémicos
(obstrucción del vaso producidos por placas de colesterol, presión alta o
diabetes) y el 12% son hemorrágicos (rompimiento del vaso).
Los factores de riesgos se clasifican en dos tipos,
los modificables y los que no son modificables. Entre estos últimos, tenemos la
edad, ya que pasados los 35 años el riesgo aumenta exponencialmente: de 30
casos por 100 mil personas a 3.000 casos por 100 mil personas hacia los 75
años, debido que la edad va determinando que surjan lesiones cerebrales.
En cuanto al género, los hombres son más propensos
a sufrir un infarto cerebral que las mujeres, aunque ellas adquieren en la
práctica, el mismo riesgo después de la menopausia. La hipertensión arterial es
el antagonista por excelencia, las enfermedades cardíacas también influyen, y
la más importante es la arritmia
frecuente [fibrilación auricular] que es capaz de provocar una embolia que
podría tapar la arteria cerebral. Otros factores de riesgo son el aumento del
colesterol, la diabetes, el tabaquismo, alcohol, drogas, obesidad y vida
sedentaria.
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El AVE se caracteriza por presentar sus síntomas de
manera súbita. Los principales son la pérdida de fuerza o coordinación de una
parte del cuerpo, así como también la pérdida de sensibilidad, en la cara, los brazos
y piernas a un sólo lado; alteración
visual, de un momento a otro deja de ver por uno o los dos ojos; trastorno del
lenguaje, no habla bien y hay problemas para darse a entender.
Otros signos son las cefaleas, que se presentan
especialmente en las hemorragias. Es un dolor de cabeza no habitual, es agudo y
repentino, con una intensidad máxima desde el principio, no como las jaquecas
que comienza en forma gradual y van en aumento. También puede haber alteración
de la conciencia, conductual y del equilibrio en forma brusca. Estos síntomas
pueden presentarse todos juntos o aisladamente, pero basta con uno para que se
tenga que llevar a la persona al centro hospitalario. Si se han presentado dos
o tres manifestaciones, significa que el AVE es más grave porque el área
afectada es más extensa y no está siendo irrigada.
El tiempo es crucial para minimizar los daños del
AVE o ACV. Para diagnosticar este accidente de si es un infarto o una
hemorragia, se debe hacer contra el tiempo una resonancia magnética o escáner,
que permitirá decidir el tipo de tratamiento que se le aplicará al paciente,
tomando en cuenta el tiempo transcurrido y lo avanzado que puede estar el cuadro; porque existe un
tratamiento que puede emplearse dentro de las primeras 4 horas y media y sólo
en casos de infarto, nunca en las hemorragias.
Como podemos apreciar, el tiempo es vida. En cuanto
a los medicamentos, el médico será quien determine las acciones que deben
tomarse, entre ellas está el uso de trombolíticos que se utilizan para deshacer
el coágulo que tapa la arteria, pero se insiste que por cada media hora de
atraso, disminuye un 10% las posibilidades de una buena recuperación.
Lo ideal es que una persona que está siendo
afectada por un AVE, tiene que ser internada en la unidad cerebrovascular, que
es semejante a la unidad coronaria, quienes cuentan con un equipo de
especialistas para tratar este tipo de paciente.
Según datos
estadísticos, estas unidades han visto una disminución de la dependencia y
mortalidad en un 22%, y una baja en el tiempo de hospitalización de 6 días en
las dos semanas que permanece en el período agudo. En esta fase, se toman una
serie de medidas para evitar cualquier daño mayor, disminuyendo así la
morbilidad y mortalidad del paciente. Se
mantiene la presión evitando que baje, para que no deje de llegar sangre a la
zona que está mal irrigada; se monitorea la glicemia y la temperatura, porque
si llegan a subir, aumenta el daño. Al mismo tiempo, hay que cuidar la
hidratación lo que evitará sufrir alteraciones del sodio; y hay que tener precaución
con las posibles trombosis o neumonías que pueden aparecer por estar postrados.
Un aspecto importante es iniciar en forma precoz la
neuro-rehabilitación, que debe estar dirigida por un neurólogo, junto a un
equipo conformado por un kinesiólogo,
terapeuta ocupacional, fonoaudiólogo, psiquiatra y/o psicólogo.
Aún cuando la persona llegue a urgencia, deben
realizarse ejercicios respiratorios para evitar neumonías, movilizar
positivamente las piernas y brazos y cuidar la deglución, ya que
aproximadamente un tercio de los ACV presentan un trastornos.
Como casi un tercio de los que sufren ACV mueren,
otro tercio se recupera satisfactoriamente pero con pocas secuelas; y alrededor
del 40% sobrevive con secuelas que van a requerir algún grado de apoyo. La
rehabilitación ciertamente ayuda a que el paciente obtenga un máximo de
compensación a través de otras funciones que preserva, por lo que se le enseñará
a ser autosuficiente.
El Dr. Jorge Tapia, neurólogo y profesor titular de
las enfermedades cerebrovasculares de la Pontificia Universidad
Católica de Chile dice: “Se cree que hay cierto grado de plasticidad en las
neuronas, por lo que empiezan a asumir otras funciones, o que pede haber una
recuperación de éstas, las que al no morir y una vez retomado el riesgo sanguíneo,
retoman sus funciones vitales”.
Debido a esto, es de extrema importancia la
quinesioterapia y la terapia ocupacional, en la cual se va enseñando a los
pacientes como utilizar los utensilios que debe ocupar diariamente [comer,
lavarse los dientes, caminar etc.].
El neurólogo agrega: “La persona irá aprendiendo
los ejercicios y actividades que tiene que hacer, entonces, con el tiempo,
dejará de venir al centro de rehabilitación todos los días y lo hará sólo una
vez por semana, continuando el resto de
los días su rehabilitación en casa. Durante las visitas el médico evaluará como
va la evolución y sus ejercicios”.
Los infartos tienden a repetirse, por lo que hay
que determinar en el período agudo cuál es la causa, porque la mayoría de las
veces volverá a ser del mismo tipo. Una vez identificados los factores de
riesgo, hay que tratarlos y modificarlos, y cada especialista se dedicará a
ayudar al paciente [cardiólogo, diabetólogo, entre otros] para prevenir que
vuelva a ocurrir, esta prevención secundaria, se deberá realizar toda la vida.
Las enfermedades no avisan cuando llegan, aún
cuando este es un tema que para muchos no sea muy atractivo, es necesario estar
preparados para cuando las contingencias
de la vida, nos puedan llevar a tener que actuar si una persona pariente, amiga
o quien sea quien sufre los síntomas
de un AVE o ACV. Nuestra ayuda puede significar salvar una vida o minimizar los riesgos.
Fuente: OMS / Centro Caren / Neuromed / Portal Sochicar
et al.
Crédito Imagen NeuroMed
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Dra. Cecilia Klapp Salazar: info@neuromed.cl
AVE Centro Caren