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sábado, 15 de junio de 2013

EN EL DÍA DEL PADRE

En Memoria de
Luis Enrique Campos Pacheco 1895 – 1966
mi padre

Foto fecha aprox.1920  
lugar:Parque Japonés actual parque Providencia

Yo tengo en el hogar un soberano,
único a quién venera el alma mía,
es su corona de cabello cano,
la honra su ley, la libertad, su guía.

En lentas horas de miseria y duelo,
lleno de firme y varonil constancia,
guardo la fe con que me habló del cielo,
en las horas primeras, de mi infancia.

La amarga proscripción y la tristeza
en su alma abrieron incurable herida;
es un anciano, y lleva en su cabeza,
el polvo del camino de la vida.

Ve del mundo las fieras tempestades,
de la suerte las horas desgraciadas,
y pasa, como cristo en Tiberiades,
de pie, sobre las ondas encrespadas.

Seca su llanto, calla sus dolores,
y sólo en el deber sus ojos fijos,
recoge espinas y derrama flores
sobre la senda que trazó a sus hijos.

Me ha dicho: "A quien es bueno la amargura,
jamás en llanto sus mejillas moja:
en el mundo la flor de la ventura
al mas ligero soplo se deshoja.

"Haz el bien sin temer al sacrificio,
el hombre ha de luchar sereno y fuerte,
y halla quien odia la maldad y el vicio
un tálamo de rosas, en la muerte.

"Si eres pobre confórmate y sé bueno;
si eres rico protege al desgraciado,
y lo mismo en tu hogar que en el ajeno
guarda tu honor para vivir honrado."

"Ama la libertad, libre es el hombre
y su juez más severo es la conciencia;
tanto como tu honor guarda tu nombre,
pues mi nombre y mi honor forman tu herencia".

Este código augusto, en mi alma pudo
desde que lo escuché, quedar grabado;
en todas las tormentas fue mi escudo,
de todas las borrascas me ha salvado.

Mi padre tiene en su mirar sereno
reflejo fiel de su conciencia honrada;
¡cuánto consejo cariñoso y bueno
sorprendo en el fulgor de su mirada!

La nobleza del alma es su nobleza;
la gloria del deber forma su gloria;
es pobre, pero encierra en su pobreza
la página más grande de su historia.

Siendo el culto de mi alma su cariño,
la suerte quiso  honrar su nombre,
fuera el amor que me inspiró de niño,
la más sagrada inspiración del hombre.

Quiera el cielo que el canto que me inspira
siempre sus ojos con amor lo vean,
y de todos los versos de mi lira,
éstos dignos de su nombre sean.

Poema “Mi Padre” de  Juan de Dios Peza  (1852-1910)  poeta mexicano