Vista de un cerebro de ratón, lograda
mediante nanotubos de carbono y lásares que permitió a los investigadores ser capaces de
observar los vasos sanguíneos en el cerebro del ratón sin tener que abrir el
cráneo. Crédito: Dai Lab de la
Universidad de Stanford
Los investigadores fueron
capaces de observar hasta tres milímetros de profundidad por debajo de los
huesos, incluso la zona cubierta por los capilares, que tenían sólo unos pocos
micrómetros de diámetro. Al mismo tiempo, los nanotubos y la irradiación no
afectó a los ratones: su cerebro trabajó normalmente.
En el futuro, esta
tecnología podría utilizarse en los enfermos de Alzheimer o pacientes con
accidente cerebrovascular en los que se les altera el flujo de sangre en la
función cerebral, es la esperanza de Hong y sus colegas. Sin embargo, tienen
que aún superar obstáculos, tales como la profundidad de penetración de la luz
láser a través del hueso del cráneo humano, el cual es mucho más fuerte que la
de los ratones. Al mismo tiempo, los nanotubos no pueden inyectarse en los
seres humanos, por lo que los científicos también buscan agentes fluorescentes
alternativos. Al final, la esperanza de Hong es trabajar en las neuronas individuales monitoreándolas desde el
cerebro.
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