La
capa de ozono fue descubierta en 1913 por los físicos franceses Charles Fabry y Henri Buisson. Sus
propiedades fueron examinadas en detalle por el meteorólogo británico G.M.B. Dobson,
quien desarrolló un sencillo espectrofotómetro que
podía ser usado para medir el ozono estratosférico desde la superficie
terrestre.
Entre
1928 y 1958 Dobson estableció una red mundial de estaciones de monitoreo de
ozono, las cuales continúan operando en la actualidad. La Unidad Dobson, es una
unidad de medición de la cantidad de ozono, y fue así nombrada en su honor.
Esta diáfana capa de ozono rodea a
nuestro planeta, y absorbe entre el
97 % al 99 % de la radiación ultravioleta [UV] de
alta frecuencia emitidos por el Sol. Es, esencialmente, una pantalla solar para el
planeta Tierra. Sin la capa de ozono, una peligrosa radiación nos bañaría
diariamente, con efectos colaterales que irían desde las cataratas hasta el
cáncer.
La gente estaba
comprensiblemente alarmada en la década de 1980 cuando los científicos observaron
que los químicos fabricados por los seres humanos, presentes en la atmósfera,
estaban destruyendo esta capa. Los gobiernos rápidamente pusieron en vigencia
un tratado internacional, llamado Protocolo
de Montreal, con el fin de prohibir los gases que destruyen la capa de
ozono, como los clorofluorocarbonos (CFC) que se encuentran en latas de
aerosoles y acondicionadores de aire. El 16 de septiembre de 1987, firmaron el
tratado las primeras 24 naciones; desde entonces, 173 más se han adherido.
Adelantándonos ahora 27 años, los químicos que afectan el ozono
han disminuido y el agujero de ozono parece estar convaleciente. La Organización de las
Naciones Unidas afirmó que el Protocolo de Montreal es “el tratado más exitoso en la historia de las Naciones Unidas”.
Sin embargo, a pesar del éxito de dicho protocolo, algo no está
del todo bien.
Un
nuevo estudio, llevado a cabo por investigadores de la NASA , muestra a un compuesto
clave que destruye el ozono, se le conoce como tetracloruro de carbono (CCl4), el cual resulta sorprendentemente abundante en la
capa de ozono.
La
científica atmosférica de la
NASA Qing Liang ha dicho:”Se
supone que no deberíamos ver esto”.
Entre
los años 2007 y 2012, los países del mundo informaron cero emisiones de CCl4, a pesar de que las mediciones llevadas a cabo por
medio de satélites, globos meteorológicos, aviones y sensores con base en la
superficie, cuentan una historia diferente.
El
estudio dirigido por la científica Liang
muestra que las emisiones de CCl4 en todo el
mundo alcanzan un promedio de 39 kilotones por año, lo cual es aproximadamente
el 30 por ciento de las emisiones pico registradas antes de que entrara en
vigencia el tratado internacional.
En
la década de 1980, se hicieron famosos entre el público en general los
clorofluorocarbonos. Como el agujero de ozono se agrandó, la sigla “CFC” se
convirtió en una palabra familiar. Sin embargo, menos personas han oído hablar
del CCl4, que alguna vez fue utilizado en aplicaciones como
la limpieza en seco y los extinguidores de incendios.
“No obstante”, dice Liang, “El CCl4 es una de las principales sustancias
que afectan al ozono. Es el tercer compuesto antropogénico más importante que
afecta al ozono, después del CFC-11 y del CFC-12” .
Haga clic sobre la
imagen para conocer la química relacionada con la disminución del ozono – Crédito:
Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (US Environmental Protection
Agency, en idioma inglés).
Los niveles de CCl4 han
estado disminuyendo desde que se firmó el Protocolo de Montreal, sólo que no ha
sido tan rápidamente como se esperaba. Con cero emisiones, su presencia debería
haber disminuido un 4% por año. En cambio, la disminución ha estado más
cerca del 1% por año.
Para investigar la
discrepancia, Liang y sus colegas tomaron los datos correspondientes al CCl4, reunidos por la NOAA (National Oceanic and Atmospheric
Administration, en inglés, o Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, en
español) y por la NASA ,
y los ingresaron en un programa de computadora de la NASA , llamado 3-D GEOS
Chemistry Climate Model. Este sofisticado programa toma en cuenta la manera en
la cual la radiación solar destruye el CCl4 en la estratosfera así como la
forma en la cual el compuesto puede ser absorbido y degradado por el contacto
con el suelo y las aguas de los océanos. Las simulaciones tomadas como modelo
apuntaron a una fuente de corriente de CCl4 en desarrollo no identificada.
“Parece que ahora hay
derramamientos industriales no identificados, o bien grandes emisiones desde
sitios contaminados o fuentes desconocidas de CCl4”, dice Liang.
Otra posibilidad es que todavía no se comprenda por completo la
química del CCl4. Reveladoramente, el modelo mostró que el CCl4 permanece
en la atmósfera un 40% más de tiempo que lo que se pensaba con anterioridad.
“¿Hay algo en el proceso físico de
pérdida del CCl4 que
no comprendemos?”, se pregunta.
Todo esto agrega misterio a lo que sucede con la capa de ozono.
La investigación que
llevó a cabo la científica Liang, fue publicada
en línea en la edición del 18 de agosto de GeophysicalResearch Letters. Allí se puede hallar más información sobre el CCl4.
Fuente: Ciencia@NASA septiembre 23/2014
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