Crédito de la imagen: Fred Dott /
Greenpeace
Una vez más, me refiero al tema de las
Abejas y como le afectan los plaguicidas. Las abejas son consideradas las
“reinas de la biodiversidad” y sin embargo, la población mundial de abejas
sigue disminuyendo a consecuencias de un sistema agrícola que las amenaza
mediante la contaminación química, el cual se ha detectado en el polen europeo;
y no es posible marginarlo como puedan afectarlas también en los
países americanos. La razón, los plaguicidas utilizados que corresponden a
productos distribuidos a nivel global por las empresas agroquímicas productoras.
Greenpeace publicó
hoy el informe científico en el cual se refiere a los
análisis efectuados sobre residuos de plaguicidas en el polen de los paneles
(pan de abeja) y del polen capturado en abejas melíferas.
Los resultados demuestran que más de
dos tercios del polen recogido, estaban contaminados por hasta 17 sustancias
tóxicas distintas, confirmando que las abejas están expuestas a polen
contaminado por distintas sustancias químicas que ponen en riesgo su población.
Últimamente, he visto en la Región Metropolitana abejas
que se comportan volando de manera aleatoria y que luego caen
permaneciendo en tierra hasta morir. Es una hecho, la variedad
de sustancias químicas de los insecticidas resultan peligrosas para las
abejas, pues su efecto sinérgico - o la interacción de los diferentes
componentes químicos - puede resultar más tóxico que una sola sustancia
química.
“El polen envenenado es una amenaza
directa a toda la población de abejas, debido a que la colonia, incluyendo
larvas, obreras y zánganos, se alimentan de este polen como fuente de proteínas
y energía”, explica Matthias Wüthrich en su Blog, Responsable de la Campaña de
Agricultura Ecológica de Greenpeace Suiza.
Según la web de
Greenpeace, la presente investigación es una de las más extensas de las realizadas hasta
la fecha en Europa a este respecto . En ella, se tomaron más de 100
muestras en 12 países europeos, en una sola temporada de pecoreo, que es la época en que las abejas
obreras recolectan polen y néctar.
Los resultados
se pueden resumir en las muestras de polen capturado donde se han identificado
residuos de por lo menos unos 53 plaguicidas; y en las muestras de polen de
panal, alrededor de 17 plaguicidas.
Los residuos
que más habitualmente se detectan en el polen capturado, procede de
insecticidas organofosforados clorpirifos etil. El clorpirifos es
uno de los 7 plaguicidas que dañan a las abejas, y se ha identificado como
prioritario candidato a ser retirado. En España fue hallado en 14 muestras
tomadas.
De los tres neonicotinoides (familia de
insecticidas que actúan en el sistema nervioso central de los insectos)
actualmente sujetos a restricciones de usos en Europa, el imidacloprid fue
detectado en 6 de las 107 muestras de polen (5,6%); cuatro de ellas en España.
Las sustancias
toxicas como los fungicidas que se emplean en la eliminación de hongos y moho
perjudiciales para las plantas, constituyen otros activos ingredientes
encontrados con relativa frecuencia en el polen de las muestras recolectadas.
Las abejas y
otros polinizadores son solo un pequeño eslabón en la cadena de producción de
alimentos, y juegan un papel crucial en nuestra seguridad alimentaria, explica
Wüthrich: “Un tercio de los alimentos y la mayoría de las plantas con
flores del planeta, son polinizadas por las abejas y otros insectos
polinizadores”.
La desaparición
de las abejas podría poner, por tanto, en peligro la polinización de los
cultivos y la alimentación de la humanidad. En términos económicos “el
valor de la polinización mundial se ha estimado en unos 265 mil millones de
euros anuales”, dice el experto.
En
consecuencia Greenpeace reclama “un cambio urgente para proteger a
nuestras abejas y nuestra agricultura”; y que los responsables políticos
amplíen las prohibiciones parciales existentes sobre los plaguicidas que matan
a las abejas.
También
Greenpeac ha lanzado una campaña de
colaboración ciudadana en la protección de las abejas. Señala asimismo la
importancia de impulsar la agricultura ecológica en lugar de “la destructiva
agricultura industrial, porque la ecológica es un modelo respetuoso que cuida
de las abejas y del planeta en su conjunto”, concluye Wüthrich.
La desaparición masiva
de las abejas, también conocida como “colapso de colonias” (CCD, por sus siglas
en inglés), es un fenómeno que alcanzó su auge en Norteamérica a partir de 2000
y, desde 2007, también en países europeos, como Bélgica, Francia, Holanda,
Grecia, Italia, Portugal o España.
En 2011, un informe
del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señaló que el
colapso de colonias era ya un problema global. Los científicos tratan desde
hace años de buscarle una explicación y de aportar soluciones, incluso desde el
terreno de la tecnología o de la informática.
En 2012, dos estudios señalaron,
al igual que Greenpeace, la importancia del papel de los pesticidas comunes en
la muerte masiva de las abejas.
Revelaron, por una parte, que el pesticida neonicotinoide imidacloprid (mencionado en los datos del informe hecho público hoy) reducía drásticamente la descendencia de las abejas y, con ello, frenaba el crecimiento de las poblaciones. El segundo estudio constató que un neonicotinoide, el thiamethoxam, provoca desorientación en las abejas, causando una alta mortalidad entre ellas.
Revelaron, por una parte, que el pesticida neonicotinoide imidacloprid (mencionado en los datos del informe hecho público hoy) reducía drásticamente la descendencia de las abejas y, con ello, frenaba el crecimiento de las poblaciones. El segundo estudio constató que un neonicotinoide, el thiamethoxam, provoca desorientación en las abejas, causando una alta mortalidad entre ellas.
Otros científicos han
señalado como posible causa de la CCD a los pesticidas, aunque en relación con otros
factores (otro modo de efecto sinérgico). En concreto, investigadores del
Laboratoire Microorganismes: Génome et Environnement y del Laboratoire de
Toxicologie Environnementale de Francia descubrieron en 2011 que las abejas
melíferas presentan un riesgo mayor de infectarse de parásitos letales cuando
están expuestas a insecticidas, aunque sólo sea en dosis muy bajas.
En Chile, la ONG Plan Bee analizó cerca de 60.000 colmenas en el Norte de Chile
para determinar las causas por la cual las abejas están muriendo. Hizo trabajos
en terreno de investigación, certificando que la problemática medioambiental
está matando a las abejas y extinguiendo a nivel nacional, la biodiversidad.
Ellos han dicho: “Nuestro trabajo
permitió crear la primera zona de reserva de abejas y biodiversidad de Chile y
Sudamérica, en Los Molles; ahora estamos en proceso de crear la segunda zona en
Pucón”.
“Es importante que las
personas comiencen a familiarizarce con las abejas, entender cual es su labor y
que no solo es la miel; y que gracias a su trabajo podemos comer frutas y
verduras, que es lo que necesitamos para tener buena salud”.
Albert Einstein no
sólo fue el físico que nos abrió el camino hacia el mundo fantástico de la
física de partículas, también le preocupaba el medio ambiente, y se dice que en
un momento de su vida, dijo: “Si las abejas
comenzaran a desaparecer, a la humanidad le quedarían pocos años de vida”.
Fuente: Tendencias 21
/ ONG Plan Bee /Greenpeace /
Enlace al Informe
Técnico 3-201 de Greenpeace: "La
pesada carga de las Abejas"
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