Imagen: La fructosa
se metaboliza en el hígado, produciendo resistencia a la insulina, baja
tolerancia a la glucosa, aumento de los niveles de insulina, triglicéridos altos e hipertensión.
Crédito:Esto no es comida.com
En un trabajo de colaboración publicado en la Revista Salud UC de
enero-febrero 2015, del Dr. Jaime Rozowski, profesor asociado de la Facultad de Medicina UC y
Director de la Unidad
de Intervención Nutricional de la Pontificia Universidad
Católica de Chile, expone que el azúcar, como muchos piensan, consumirla esta
asociado al sobrepeso; sin embargo, la evidencia científica no ha confirma
dicha conexión.
Lo que si esta demostrado es que el consumo excesivo de calorías
con respecto al gasto energético, es un factor desencadenante de la obesidad.
¿La solución? Tener una ingesta moderada de azúcar, pero no su eliminación de
la dieta.
El azúcar es uno de los ingredientes que, junto con otros
hidratos de carbono, aportan energía a nuestro cuerpo, ayudan a mantener
despierto el cerebro y a trabajar con mayor concentración, Durante la infancia,
su consumo – siempre mesurado – es muy importante, porque juega un fundamental papel en el
desarrollo de los tejidos. Su ingesta es vital, ya que permite reponer los depósitos
de glucógeno (polisacáridos de reserva energética) y de músculos en el hígado,
a los que fortalece a su vez.
Por ellos, la clave no está en sacarla de la dieta. “Hay que consumirla en forma moderada”,
afirma el doctor Jaime Rozowski, quien no comparte la idea de que sea una
amenaza para la salud, principalmente por la obesidad; “Se sabe que ningún alimento por si mismo es responsable del incremento
de peso, son otros los factores que lo causan, como (es) la falta de actividad
física, la sobrealimentación, las formas de preparación y el desbalance entre
los ingredientes, además, de las características genéticas del individuo”.
El especialista explica que durante el crecimiento, el azúcar
contribuye a aportar la energía necesaria para el desarrollo físico y mental,
lo que aumenta la resistencia en las actividades que requieren un esfuerzo físico
mayor. Además, el azúcar es el principal proveedor de energía para el sistema
nervioso, lo que evita que sufra alteraciones.
“Uno nace con un gusto innato por el azúcar, que muchas
veces se relaciona con un premio (“si no
te comes la comida, no te doy postre”). “El dulce es el primer sabor que
probamos al nacer, ya que está presente en la leche materna. Instintivamente lo
asociamos con la madre y es el primer nutriente que entra en nuestro cuerpo”
dice. “Su carencia aumenta el apetito y
la ansiedad, algo que es evidente en las dietas estrictas. Recurrir a una dosis diaria de glucosa, ojalá
en frutas, permitirá que cada vez vayamos regulando mejor estos incontrolables
deseos de comer. Por otro lado, el azúcar sirve a la sangre, al hígado y a las
neuronas. Tiene muchos frentes que cubrir para la correcta circulación sanguínea
y el funcionamiento del cuerpo, así que no podemos privarnos de una dosis
moderada diaria. Por ello es recomendable consumir hasta 4 cucharaditas al día”,
afirma el especialista.
La privación de azúcar debe realizarse solo si existen
enfermedades que lo ameriten, como la diabetes y la obesidad. En el resto de
los escenarios, su consumo mesurado jamás será malo.
NO A LA FRUCTOSA
El Doctor Rozowski aconseja evitar el consuno de
fructosa, debido a que diferentes estudios han demostrado sus efectos
perjudiciales para la salud. “Uno de los
factores es que se metaboliza en el hígado, y eso favorece la resistencia a la
insulina, la obesidad y el aumento del colesterol. Otro aspecto es la fructosa
incrementa el apetito ya que disminuye nuestro niveles de insulina y leptina,
La persona se siente menos satisfecha y come más. Su consumo habitual también
se ha relacionado con el aumento de los triglicéridos, El proceso de metabolización de la fructosa puede
favorecer la producción de ácido úrico y , con ello, la gota (una de las formas
más dolorosa de artritis)”.
“Diversos estudios
muestran que un alto consumo de bebidas azucaradas produce una ganancia de peso
en los niños y adultos. Chile es uno de los cinco más grandes consumidores per
cápita de bebidas gaseosas del mundo, por lo que se recomienda beber agua y
excepcionalmente refrescos sin azúcar”.
Fuente: Revista Salud UC Enero-Febrero 2015
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