Hace unos 4.000 millones de años, en un pequeño
planeta aún en formación, aparecieron
los primeros balbuceos de vida en lagunas y océanos; en momentos que los
relámpagos y la luz ultravioleta del Sol, descomponían moléculas simples, ricas
en hidrógeno. De la atmósfera primitiva y sus fragmentos, al combinarse
espontáneamente, produjeron moléculas más complejas. 500 millones de años después, los productos se
esta química se disolvían en los océanos, formando una especie de sopa orgánica
cuya complejidad crecía paulatinamente.
Hace unos 3.200 millones de años, células vivas
microscópicas evolucionan sobre la Tierra. Los mares alcanzaron la consistencia de
una sopa caliente y diluida. Se organizaron moléculas y se dio impulso a
complejas reacciones químicas sobre una superficie de arcillas.
Y un día surgió
una molécula que por puro accidente fue capaz de fabricar bastas copias de si
misma utilizando como bloques constructivos otras moléculas de la sopa. Es el
primer antepasado del ácido desoxirribonucleico, el ADN, la molécula maestra de
la vida en el planeta Tierra.
La vida evoluciona lentamente, y en un momento
indeterminado del tiempo, aparece, la Mente.
Y como no hay nada más precioso que la Mente , su alumbramiento
determinó el nacimiento de la vida inteligente.
Desde entonces, la naturaleza ha cosechado; a veces
desapasionadamente, también ha eliminado
lo que no servía.
Hoy, vísperas del solsticio de verano en el
hemisferio sur y de invierno en el del norte, la humanidad lo recibe con
aprehensión, lo miedos ancestrales
enraizados desde épocas que no podían entender que eran esas luces
colgadas cual lámparas en el cielo, los movimientos terrestres que los destruían,
feroces tormentas eléctricas que incendiaban su entorno, y ocasionalmente, caída
de rocas desde lo alto; aún permanecen escondidos en los recovecos del entendimiento
humano.
La tecnología que desarrollaron, aún no le permite
superar esos temores. Le es aún difícil comprender las maravillas del cosmos y
que estas se desarrollan dentro de límites temporales diferentes al limitado
período que los seres humanos viven.
Más aún, una propaganda agresiva, basada en
interpretaciones de legados históricos de civilizaciones desaparecidas, de
predicciones efectuadas por personas que en su momento histórico, su mundo
estaba circunscrito al entorno conocido en su época; sentimientos religiosos según
interpretaciones de cada creencia, influyen en su estimación de que el 21 de
diciembre de 2012, ocurrirán eventos cataclísmicos. Lo que vendrá, será el
inicio del verano, y el mundo seguirá su marcha con los imprevistos cotidianos
de cada día.
Esta situación me hizo recordar el cuento de Ray
Bradbury incluido en su libro escrito en 1951 titulado “El Hombre Ilustrado”, que
relata una situación bastante parecida. El
relato se llama “La Última Noche del Mundo”; la transcribo para quienes
deseen conocer como hace más de medio
siglo, un escritor visualizó el eventual comportamiento humano.
“La Última Noche del Mundo”
-¿Qué harías si
supieras que ésta es la última noche del mundo?
-¿Qué haría? ¿Lo dices
en serio?
-Sí, en serio.
-No sé. No lo he
pensado.
El hombre se sirvió un
poco más de café. En el fondo del vestíbulo las niñas jugaban sobre la alfombra
con unos cubos de madera, bajo la luz de las lámparas verdes. En el aire de la
tarde había un suave y limpio olor a café tostado.
-Bueno, será mejor que
empieces a pensarlo.
-¡No lo dirás en
serio!
El hombre asintió.
-¿Una guerra?
El hombre sacudió la
cabeza.
-¿No la bomba atómica,
o la bomba de hidrógeno?
-No.
-¿Una guerra
bacteriológica?
-Nada de eso -dijo el
hombre, revolviendo suavemente el café-. Sólo, digamos, un libro que se cierra.
-Me parece que no
entiendo.
-No. Y yo tampoco,
realmente. Sólo es un presentimiento. A veces me asusta. A veces no siento
ningún miedo, y sólo una cierta paz.-Miró a las niñas y los cabellos amarillos
que brillaban a la luz de la lámpara-. No te lo he dicho. Ocurrió por vez
primera hace cuatro noches.
-¿Qué?
-Un sueño. Soñé que
todo iba a terminar. Me lo decía una voz. Una voz irreconocible, pero una
voz de todos modos. Y me decía que todo iba a detenerse en la Tierra. No pensé mucho
en ese sueño al día siguiente, pero fui a la oficina y a media tarde sorprendí
a Stan Willis mirando por la ventana, y le pregunté: “¿Qué piensas, Stan?”, y
él me dijo: “Tuve un sueño anoche”. Antes de que me lo contara yo ya sabía qué
sueño era ése. Podía habérselo dicho. Pero dejé que me lo contara.
-¿Era el mismo sueño?
-Idéntico. Le dije a
Stan que yo había soñado lo mismo. No pareció sorprenderse. Al contrario, se
tranquilizó. Luego nos pusimos a pasear por la oficina, sin darnos cuenta. No
concertamos nada. Nos pusimos a caminar, simplemente cada uno por su lado, y en
todas partes vimos gentes con los ojos clavados en los escritorios, o que se
observaban las manos, o que miraban la calle. Hablé con algunos. Stan hizo lo
mismo.
-¿Y todos habían
soñado?
-Todos. El mismo
sueño, exactamente.
-¿Crees que será
cierto?
-Sí, nunca estuve más
seguro.
-¿Y para cuándo
terminará? El mundo, quiero decir.
-Para nosotros, en
cierto momento de la noche. Y a medida que la noche vaya moviéndose alrededor
del mundo, llegará el fin. Tardará veinticuatro horas.
Durante unos instantes
no tocaron el café. Luego levantaron lentamente las tazas y bebieron mirándose
a los ojos.
-¿Merecemos esto?
-preguntó la mujer.
-No se trata de
merecerlo o no. Es así, simplemente. Tú misma no has tratado de negarlo. ¿Por
qué?
-Creo tener una razón.
-¿La que tenían todos
en la oficina?
La mujer asintió.
-No quise decirte
nada. Fue anoche. Y hoy las vecinas hablaban de eso entre ellas. Todas soñaron
lo mismo. Pensé que era sólo una coincidencia. -La mujer levantó de la mesa el
diario de la tarde-. Los periódicos no dicen nada.
-Todo el mundo lo
sabe. No es necesario. -El hombre se reclinó en su silla mirándola-. ¿Tienes
miedo?
-No. Siempre pensé que
tendría mucho miedo, pero no.
-¿Dónde está ese
instinto de autoconservación del que tanto se habla?
-No lo sé. Nadie se
excita demasiado cuando todo es lógico. Y esto es lógico. De acuerdo con
nuestras vidas, no podía pasar otra cosa.
-No hemos sido tan
malos, ¿no es cierto?
-No, pero tampoco
demasiado buenos. Me parece que es eso. No hemos sido casi nada, excepto
nosotros mismos, mientras que casi todos los demás han sido muchas cosas,
muchas cosas abominables.
En el vestíbulo las
niñas se reían.
-Siempre pensé que
cuando esto ocurriera la gente se pondría a gritar en las calles.
-Pues no. La gente no
grita ante la realidad de las cosas.
-¿Sabes?, te perderé a
ti y a las chicas. Nunca me gustó la ciudad, ni mi trabajo, ni nada, excepto
ustedes tres. No me faltará nada más. Salvo, quizás, los cambios de tiempo, y
un vaso de agua helada cuando hace calor, y el sueño. ¿Cómo podemos estar aquí,
sentados, hablando de este modo?
-No se puede hacer
otra cosa.
-Claro, eso es; pues
si no estaríamos haciéndolo. Me imagino que hoy, por primera vez en la historia
del mundo, todos saben qué van a hacer de noche.
-Me pregunto, sin
embargo, qué harán los otros, esta tarde, y durante las próximas horas.
-Ir al teatro,
escuchar la radio, mirar la televisión, jugar a las cartas, acostar a los
niños, acostarse. Como siempre.
-En cierto modo,
podemos estar orgullosos de eso…como siempre.
El hombre permaneció
inmóvil durante un rato y al fin se sirvió otro café.
-¿Por qué crees que
será esta noche?
-Porque sí.
-¿Por qué no alguna
otra noche del siglo pasado, o de hace cinco siglos o diez?
-Quizá porque nunca
fue 19 de octubre de 2069, y ahora sí. Quizá porque esa fecha significa más que
ninguna otra. Quizá porque este año las cosas son como son, en todo el mundo, y
por eso es el fin.
-Hay bombarderos que
esta noche estarán cumpliendo su vuelo de ida y vuelta a través del océano y
que nunca llegarán a tierra.
-Eso también lo
explica, en parte.
-Bueno -dijo el hombre
incorporándose-, ¿qué hacemos ahora? ¿Lavamos los platos?
Lavaron los platos, y
los apilaron con un cuidado especial. A las ocho y media acostaron a las niñas
y les dieron el beso de buenas noches y apagaron las luces del cuarto y
entornaron la puerta.
-No sé…-dijo el marido
al salir del dormitorio, mirando hacia atrás, con la pipa entre los labios.
-¿Qué?
-¿Cerraremos la puerta
del todo, o la dejaremos así, entornada, para que entre un poco de luz?
-¿Lo sabrán también
las chicas?
-No, naturalmente que
no.
El hombre y la mujer
se sentaron y leyeron los periódicos y hablaron y escucharon un poco de música,
y luego observaron, juntos, las brasas de la chimenea mientras el reloj daba
las diez y media y las once y las once y media. Pensaron en las otras gentes
del mundo, que también habían pasado la velada cada uno a su modo.
-Bueno -dijo el hombre
al fin.
Besó a su mujer
durante un rato.
-Nos hemos llevado
bien, después de todo -dijo la mujer.
-¿Tienes ganas de
llorar? -le preguntó el hombre.
-Creo que no.
Recorrieron la casa y
apagaron las luces y entraron en el dormitorio. Se desvistieron en la fresca
oscuridad de la noche, y retiraron las colchas.
-Las sábanas son tan
limpias y frescas…
-Estoy cansada.
-Todos estamos
cansados.
Se metieron en
la cama.
-Un momento -dijo la
mujer.
El hombre oyó que su
mujer se levantaba y entraba en la cocina. Un momento después estaba de vuelta.
-Me había olvidado de
cerrar los grifos.
Había ahí algo tan
cómico que el hombre tuvo que reírse.
La mujer también se
rió. Sí, lo que había hecho era cómico de veras. Al fin dejaron de reírse, y se
tendieron inmóviles en el fresco lecho nocturno, tomados de la mano y con las
cabezas muy juntas.
-Buenas noches -dijo
el hombre después de un rato.
-Buenas noches -dijo
la mujer.
____________________________
Fuente: “The
Illustrated Man” – Ray Bradbury
[22 de agosto de 1920 – 05 de junio
de 2012] edición original en inglés
1951.
Crédito de la imagen: 2010 Space Odyssey - MGM
P.S: En 1969 se llevó al cine, los protagonistas
principales fueron Claire Bloom y Rod Steiger. La producción de la película
incluyó este cuento, pero modificó el final; ante el temor por lo que sucedería,
los padres deciden sacrificar a sus hijos para no sufran.
Si lo lees, ¿Qué respuesta tendría para estas
preguntas?:
-
Estas de acuerdo con las personas que invirtieron en fabricarse un
refugio o compraron artículos básicos para sobrellevar una eventual salvación?
-
Si fuera una situación real, que harías?
-
Podremos aprender algo de este cuento?
-
Que opinión tienes de este cuento?
No hay comentarios:
Publicar un comentario