En el siglo pasado, especialmente en su primera mitad, en los colegios públicos de Chile, en los que se identificaban por número, debíamos llevar una cuchara sopera porque en el primer recreo, el estado nos daba una cuchara de aceite de bacalao, el cual tenía como propósito el fortalecimiento durante la edad escolar, de las defensas del cuerpo en el corto, mediano y largo plazo.
Pasó el tiempo, se dejó de dar, quedaba a criterio de los padres la posibilidad de seguir dándola a sus hijos, sin mayor propaganda, se olvidó.
¿A que viene esta introducción? Resulta que un estudio de científicos de la Universidad de Almería, han publicado en el Journal of Food Composition and Analysis que los hígados de los peces desechados por los pescadores cuando tiran las vísceras al mar en la limpieza de su pesca, tienen compuestos beneficiosos para la salud.
Los hígados de los peces comestibles(como sucede con el de bacalao) constituyen una rica fuente de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (LCPUFA siglas en inglés) en especial los de la familia Omega 3 (eicosapentaenoico -EPA- y el docosahexaenoico –DHA-). Estos ácidos grasos son utilizados en la prevención y tratamiento de dolencias como cáncer, depresión, alzhéimer, esquizofrenia, enfermedades cardiovasculares y desordenes de conducta.
El estudio está centrado en peces como merluza, sardina, aligote y nueve variedades más.
Descartar estos hígados, se están eliminando excelentes propiedades nutricionales.
Esperemos que nuevamente se active recomendar el aceite de pescado, con el propósito que los niños desde pequeños adquieran una adecuada protección que les permita una opción de vida mejor.
Fuente: solociencia.com
Crédito de la foto: Procsilas Moscas
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