Crédito de la foto: Christine Daniloff
En un estudio con ratones, el equipo de investigadores, del MIT y del Centro de Investigación Cardiovascular del Hospital General de Massachusetts, demostró que nuevos implantes pueden detectar tres proteínas cuyos niveles se elevan mucho después de un ataque al corazón.
Dispositivos de esta clase podrían usarse para vigilar a pacientes con un alto riesgo de ataque cardíaco, permitiendo a los médicos reaccionar con más celeridad si se presenta, evitando que la situación empeore y acabe produciendo un nuevo y más fuerte ataque con resultado de muerte o discapacidad grave.Los sensores no sólo detectan las proteínas sino que también revelan cuánta cantidad ha estado presente. Esto es útil porque permite que los biomarcadores (moléculas biológicas que sirven, entre otras cosas, para indicar el estado de una enfermedad) sean detectados aún cuando ya no se encuentren en el torrente sanguíneo.
El pequeño implante en forma de disco, desarrollado por el equipo de Michael Cima, profesor de ciencia e ingeniería de los materiales, es de 2 milímetros de espesor y 8 milímetros de diámetro.
La versión actual del implante es utilizable durante unos dos meses, pero Cima cree que los dispositivos podrían durar mucho más tiempo en el cuerpo usando anticuerpos que no se descompongan tan rápidamente.
En la actualidad Cima está desarrollando un implante que mide el pH (el nivel de acidez), que podría ser útil como detector de enfermedad cardíaca o de cáncer. Los tumores son más ácidos que el tejido sano. Y, por otra parte, cuando la acidez aumenta de forma notable es un indicador casi instantáneo de ataque al corazón.
En el futuro, Cima espera poder modificar estos sensores para que sean capaces de localizar bajos niveles de bacterias o virus, que de otro modo son muy difíciles de detectar, o incluso células tumorales migrando a otras partes del cuerpo
Dispositivos de esta clase podrían usarse para vigilar a pacientes con un alto riesgo de ataque cardíaco, permitiendo a los médicos reaccionar con más celeridad si se presenta, evitando que la situación empeore y acabe produciendo un nuevo y más fuerte ataque con resultado de muerte o discapacidad grave.Los sensores no sólo detectan las proteínas sino que también revelan cuánta cantidad ha estado presente. Esto es útil porque permite que los biomarcadores (moléculas biológicas que sirven, entre otras cosas, para indicar el estado de una enfermedad) sean detectados aún cuando ya no se encuentren en el torrente sanguíneo.
El pequeño implante en forma de disco, desarrollado por el equipo de Michael Cima, profesor de ciencia e ingeniería de los materiales, es de 2 milímetros de espesor y 8 milímetros de diámetro.
La versión actual del implante es utilizable durante unos dos meses, pero Cima cree que los dispositivos podrían durar mucho más tiempo en el cuerpo usando anticuerpos que no se descompongan tan rápidamente.
En la actualidad Cima está desarrollando un implante que mide el pH (el nivel de acidez), que podría ser útil como detector de enfermedad cardíaca o de cáncer. Los tumores son más ácidos que el tejido sano. Y, por otra parte, cuando la acidez aumenta de forma notable es un indicador casi instantáneo de ataque al corazón.
En el futuro, Cima espera poder modificar estos sensores para que sean capaces de localizar bajos niveles de bacterias o virus, que de otro modo son muy difíciles de detectar, o incluso células tumorales migrando a otras partes del cuerpo
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